Estrategia de las empresas

Educación Financiera: un beneficio clave en la marca empleadora

En un mundo donde la incertidumbre económica es la norma, la educación financiera se erige como un pilar fundamental para el bienestar personal y profesional. Sin embargo, este conocimiento crucial en Argentina aún no se adquiere en la escuela o el hogar, lo que deja a muchos trabajadores sin las herramientas básicas para manejar sus finanzas personales con eficacia. Este es un desafío a vencer. Según una encuesta de la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe) Argentina obtuvo un puntaje de 11,5 en el rubro de educación financiera, ocupando el puesto 37 entre las 39 economías evaluadas.  Este es el nivel más bajo entre los países de la región, considerando aspectos como conocimiento, comportamiento y actitud financiera. Para citar solo un aspecto, solo la mitad de los argentinos admite contar con un presupuesto familiar.

Sin embargo, esto no implica que quienes gestionan talento reconozcan esa necesidad. Según una encuesta de WTW en el 2024, 62% de los empleados consideran el bienestar financiero como una de sus prioridades de cara a los próximos 3 años, mientras que solamente el 23% de los empleadores lo considera como tal; dándonos como resultado una diferencia de un 39% entre lo que los colaboradores piden y las organizan planean aportar.

Es aquí donde las organizaciones como figura de empleadores tienen la oportunidad de marcar la diferencia, al ofrecer programas de educación financiera a través de agentes y consultores especializados, como un beneficio más para sus empleados, en sintonía con el propósito de las empresas al fortalecer la dimensión humana y social.

Proporcionar programas de educación financiera no solo es una inversión en el bienestar de los trabajadores, sino también una estrategia inteligente para las empresas. Los empleados financieramente capacitados tienden a estar menos estresados, lo que se traduce en mayor productividad y menor ausentismo. Un trabajador que entiende cómo gestionar su dinero se convierte en un individuo más motivado y enfocado en su trabajo, ya que no está preocupado constantemente por sus problemas financieros o su retiro/jubilación.

Los programas de educación financiera también ayudan a los empleados a planificar para el futuro, reduciendo la dependencia de créditos de emergencia o préstamos de nómina que pueden atraparles en ciclos de deuda. Además, la capacidad de manejar sus finanzas personales de manera efectiva prepara a los trabajadores para una etapa más segura al fin de su vida laboral.

Además, la educación financiera fortalece la relación empleador-empleado al demostrar un compromiso genuino con el bienestar integral del trabajador. Esto, a su vez, mejora la retención de talento y eleva la reputación de la empresa  y la valoración de la marca empleadora, como un lugar donde los colaboradores no solo son recursos productivos, sino seres humanos valorados y apoyados.

Es hora de que las empresas vean la educación financiera como algo más que un extra; es un beneficio esencial que empodera a los trabajadores y crea un entorno de trabajo más saludable y sostenible. La inversión en la educación financiera de los empleados no solo construye individuos más resilientes y responsables, sino que también edifica empresas más sólidas y comunidades más prósperas.

En definitiva, la educación financiera no es solo una herramienta para la vida; es un camino hacia una fuerza laboral más comprometida, productiva y satisfecha. Incorporarla como un beneficio empresarial no solo es la opción correcta; es la opción inteligente.

En Argentina, cada día resulta más relevante el desarrollo y el estímulo de una actitud financiera  de largo plazo. Contribuir al mayor acceso y uso de los productos y servicios financieros de calidad que posibiliten mayor bienestar e igualdad de oportunidades permitirá fortalecer  el desarrollo económico del conjunto de los habitantes.

El Economista

Scroll al inicio