El multimillonario Elon Musk volvió a encender polémicas en ambos lados del Atlántico. En Alemania, Musk sorprendió al expresar su apoyo al partido de extrema derecha AfD antes de las elecciones anticipadas, generando rechazo entre los líderes políticos del país. En paralelo, su influencia en la política estadounidense puso al gobierno al borde de un cierre federal.
En una declaración en la red social X, aseguró: “Solo la AfD puede salvar a Alemania”, respaldando a Alice Weidel, líder del partido, conocida por sus posturas nacionalistas y antimigratorias. La respuesta fue inmediata: mientras Weidel celebró el apoyo, otros políticos alemanes, como Christian Lindner del Partido Liberal, lo acusaron de desconocer la realidad política europea.
Simultáneamente, en Estados Unidos, jugó un papel clave en el colapso de un acuerdo bipartidista en el Congreso que buscaba evitar el cierre del gobierno. A través de sus redes sociales, descalificó el proyecto de ley como “criminal”, provocando que los republicanos, liderados por Donald Trump, abandonaran el pacto previamente alcanzado. Sin embargo, el intento de reemplazo promovido por Trump fracasó rotundamente, dejando al gobierno sin una solución viable y al borde de la parálisis.
Las críticas hacia Musk no se hicieron esperar. Demócratas y republicanos lo acusaron de desinformar al público, señalando errores en sus afirmaciones sobre el proyecto de ley. Entre ellas, Musk mencionó falsamente un aumento salarial del 40 % para el Congreso, cuando la cifra real es del 3.8 %, y afirmó que el proyecto financiaba “laboratorios de armas biológicas”, en referencia errónea a laboratorios de biocontención para enfermedades infecciosas.
Con la medianoche como plazo límite, el Congreso busca desesperadamente una salida para evitar el cierre de oficinas federales, mientras crece la preocupación por la influencia del magnate en la política de Estados Unidos bajo la futura administración Trump.